sábado, 28 de marzo de 2009

El TLCAN laboratorio de la globalización

El TLCAN fue un laboratorio de la globalización





El ALCA retomará el TLCAN para beneficiar a los Estados Unidos y las trasnacionales. El acuerdo sólo creó riqueza para un segmento y contribuyó a empobrecer al sector de menores ingresos, afirman los coordinadores de un libro que documenta luchas sociales.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde 1994, convirtió a México en un ``laboratorio de la globalización``. Aquí se han experimentado cambios que ahora pueden extenderse al continente mediante el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que según la intención de sus promotores crearía un mercado único desde Alaska a la Tierra de Fuego. Pero México comienza a ser también asiento de experiencias ``de resistencia y autogestión`` de probado éxito para combatir la ``globalización impuesta desde arriba``.

Se trata de experiencias documentadas, por primera vez de manera integral, en Enfrentando la globalización, respuestas sociales a la integración económica de México, libro coordinado por los especialistas Laura Carlsen, de la Universidad de Stanford; Timothy Wise, de la Universidad Tufts; e Hilda Salazar, fundadora de la Alianza Social Continental, grupo que lucha contra la creación del ALCA.

El rechazo al basurero tóxico de Metalclad en San Luis Potosí, la lucha de campesinos ecologistas en Guerrero o la resistencia indígena y campesina a la biopiratería en Chiapas y Sinaloa, pese a no ser movimientos conectados, tienen algo en común, de acuerdo con los autores: son experiencias que combinan la denuncia con ejemplos de lucha y de construcción de alternativas ``en la desigual batalla entre grandes y pequeños desatada por el libre comercio``.

El TLCAN, al que están integrados México, Estados Unidos y Canadá, es más que una apertura comercial, señalan los autores. Ese acuerdo trasciende la mera reducción de tarifas y aranceles. En realidad, ``establece las reglas para que las empresas trasnacionales coloquen partes de su producción y de su mercado en el país, aprovechando ventajas comparativas que ofrece México, como bajos salarios, abundantes recursos naturales, legislaciones ambientales laxas, facilidades impositivas e infraestructura``.

Carlsen, Wise y Salazar escriben en la presentación del libro que Estados Unidos ha logrado con el TLCAN garantizar su hegemonía en lo que se refiere a los avances tecnológicos, mediante reglas de propiedad intelectual ``muy estrictas``. De esta manera, añaden, el tratado busca, sobre todo, convertir al territorio mexicano en un país atractivo a la inversión extranjera.

El libro es también un llamado de alerta sobre las consecuencias para los trabajadores latinoamericanos de un eventual acuerdo con el ALCA, que prácticamente es una calca del TLCAN.

Dicen los autores que el TLCAN efectivamente ha creado riqueza, sólo que ha sido para un segmento pequeño de población, mientras ha contribuido a empobrecer a los ciudadanos de menor ingreso. ``No es de extrañar por qué se ha agudizado tanto la pobreza. En el sector laboral, el salario mínimo ha bajado más de 60 por ciento en términos reales desde 1982. Desde la entrada en vigor del TLCAN ha perdido 23 por ciento de su poder de compra. En el sector manufacturero, los trabajadores ganan, proporcionalmente, 12 por ciento menos ahora que en 1994``.

Enfrentando la globalización, respuestas sociales a la integración económica de México relata nueve casos de experiencias de lucha social ocurridos en los últimos años, identificadas como emblemáticas de la defensa de la cultura, la equidad y el desarrollo sustentable.

Uno de ellos es el del basurero tóxico de Metalclad, que ha cobrado relevancia en los debates mundiales sobre las cláusulas de inversión en acuerdos comerciales. Narra la historia de un basurero tóxico en el estado de San Luis Potosí, que la empresa estadunidense Metalclad propuso construir en un sitio donde ya existía un confinamiento de residuos peligrosos en la pequeña comunidad de Guadalcázar, a pesar de la oposición de las autoridades locales y de sus habitantes, que ya habían notado daños en su salud y el medio ambiente.

Cuando finalmente la comunidad logró parar las obras, Metalclad acudió a un tribunal del TLCAN -es decir, fuera de la jurisdicción de los tribunales mexicanos-, el cual dictó un fallo que obligó al gobierno mexicano a pagar más de 15 millones de dólares en reparaciones a la trasnacional. El caso se ha vuelto un ejemplo de la manera en que el capítulo 11 del TLCAN sobre protección a la inversión, atenta contra los derechos locales y la soberanía nacional. Una cláusula similar es promovida por Estados Unidos en la negociación del ALCA.
Ese es sólo uno de los casos relatados. Hay más ejemplos de resistencia. La lucha de los Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán contra la devastación provocada por la empresa maderera extranjera Boise Cascade, con la complicidad de autoridades y caciques locales, llevó a la cárcel a Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, liberados después de una campaña internacional que subrayó la relación entre procesos de globalización, defensa de recursos naturales y derechos humanos.

También son citadas experiencias relacionadas con la biopiratería y el aprovechamiento comercial de recursos genéticos. Los productores agrícolas de Sinaloa no pueden exportar frijol amarillo a Estados Unidos, debido a una patente registrada en aquel país que da derechos exclusivos de comercialización a un comerciante estadounidense, con el argumento de que fue inventor del frijol mayacoba sinaloense.

Enfrentando la globalización, respuestas sociales a la integración económica de México fue publicado por la Universidad Autónoma de Zacatecas, Universidad Tufts, Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio y Miguel Angel Porrúa.

Fuente:http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/2517


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