viernes, 20 de marzo de 2009

Nenas, Barbie y la batalla de los sexos

Nenas, Barbie y la batalla de los sexos

Lindsey German



Me gusta mi pelo como me gustan mis hombres -muy atractivos y fácilmente
cambiables" es el slogan de una propaganda actual de shampoo. Con él los anunciantes
piensan atraer a muchas mujeres. Y probablemente acierten. Es común ahora escuchar
este tipo de ideas, aun en boca de mujeres socialistas. Otras, en la misma vertiente
siguen estas líneas. "Al menos Madonna es una mujer que tiene control sobre sí
misma". "Si empujás duro y persistentemente podés abrir tu propio camino." Si un tipo
hace un chiste acerca del modo en que me veo, allí mismo hago un chiste acerca del
tamaño de su culo". "Yo controlo mi propia vida sexual."
Una revolución sexual ha tenido lugar en la vida de muchas mujeres. Imágenes,
actitudes y temas de discusión que hoy día son lugar común hubieran sido inimaginables
para la misma gente sólo cuarenta años atrás.
Sin embargo, a veces parece que la demanda de liberación sexual -que jugó un rol
importante en la radicalización de los sesenta- ha quedado cabeza abajo. Es como si el
sexismo hubiera sido rehabilitado haciéndose pasar por liberación sexual.
Así, la liberación sexual es simbolizada por el póster de Demi Moore encima de
Michael Douglas en todas las paradas de micro. La demanda de igualdad para las mujeres
se supone que se encuentra en la transformación de las mujeres y de los hombres en
objetos sexuales -el Club 18'30 anuncia sus fiestas con la figura de un hombre en
abultados calzoncillos mientras los "chippendales" arrastran apiñados grupos de mujeres
a sus shows.
El slogan "quema tu corpiño" -siempre más popular en los medios que entre las
mujeres comunes, pero no obstante símbolo de un intento por liberarse de las restrictivas
1"Babes, Barbie and the Battle of the Sexes", tomado de Socialist Review, nro. 185, abril de 1995.
Traducido por Sergio Sapkus.
Lindsey German: Nenas, Barbie y la batalla de los sexos, Crítica de Libros, en Razón y
Revolución nro. 2, primavera de 1996, reedición electrónica.

prendas diseñadas para ser llevadas por los cuerpos de las mujeres en un estilo
determinado- ha sido superado. Ahora tenemos el "Corpiño Maravilloso"2 -ideado por
una mujer y supuestamente un signo no de opresión de la mujer sino de agresividad y
autocontrol.
Lo que subyace a todo esto es que la opresión de las mujeres ya no es un tema
que nos tenga que preocupar. Las mujeres pueden competir en iguales términos con los
hombres. Ya no tendrán que ser sumisas sexualmente. La suerte que le toque en este
mundo depende ahora de su actitud personal, su estilo de vida y su trabajo. Es evidente
que en muchas áreas se están volviendo tan exitosas que es el sexo tradicionalmente
dominante -los hombres- el que está bajo amenaza (Michael Douglas ha conquistado el
mercado con películas que enfatizan este punto de vista).
La idea de que la desigualdad puede ser vencida con una verdadera mixtura de
confianza y agresividad se encuentra fuertemente reforzada por algunas de las nuevas
jóvenes escritoras posfeministas. Katie Roiphe se hizo de un nombre con el libro La
mañana después3, en el que argumenta que la violación en citas (violación entre
personas conocidas) fue un invento de la imaginación feminista. La consideración de
Roiphe acerca de que "hay un área gris en la cual lo que para uno es una violación para
otro puede ser una mala noche", constituye un ataque todos los esfuerzos de los años 60 y
70 por reclamar que las mujeres no fueran tratadas como objetos sexuales en los casos de
violación.
Solamente después de mucho debate y lucha se volvió inaceptable para los
jueces, la policía y los medios condenar a una mujer víctima de una violación a causa de
su vestimenta, su vida social o su historia sexual. La decisión de mantener el anonimato
en las demandas judiciales fue un reconocimiento de que las mujeres no hacían
usualmente falsas declaraciones de violación sino que, por el contrario, estaban
frecuentemente demasiado angustiadas para hacer cualquier tipo de denuncia.
Visualizar a las mujeres como víctimas está, sin embargo, definitivamente fuera
de moda para las posfeministas. Roiphe siente que el tema de la violación es usado como
un "llamado a las armas" para las feministas y que ese tema, como el del acoso sexual, es
2En el original: "Wonderbra", corpiño con relleno que aumenta el volumen de los senos. NdT.
3The Morning After en el original. NdT.
Lindsey German: Nenas, Barbie y la batalla de los sexos, Crítica de Libros, en Razón y
Revolución nro. 2, primavera de 1996, reedición electrónica.

demasiado exagerado. Comprarse un vestido nuevo, ponerse algún lápiz labial y
animarse, parece ser el mensaje general.
Naomi Wolf -más feminista que Katie Roiphe- también cree que nadie ayudará a
una mujer que no se ayuda a sí misma. En Fuego con fuego4 sostiene que las mujeres
necesitan mostrar su fuerza y si son lo suficientemente fuertes, pueden ganar la igualdad.
Habla del "terremoto de género" y de abrazar el "poder feminista". Para ella esto significa
"Aprender de madonna, Spike Lee y Bill Cosby: si no te gusta la imagen de tu grupo en
los medios, decide sobre otra imagen y aprovecha los medios para producirla."
Wolf siente que "las mujeres merecen sentir que las cualidades de estrellas y
reinas, de sensualidad y belleza, pueden ser suyas." Quizás no sea sorprendente que una
de sus mayores heroínas del poder feminista sea la princesa Diana.
Resumiendo, las imágenes de agresividad y sexualidad predatoria de las mujeres
y la noción de que ellas se están volviendo tan poderosas como los hombres significa que
la lucha colectiva es cosa del pasado. Ya no necesitamos conflictos sociales. Sólo
ensalzar la identidad y la diferencia -o, como es común decir, hacer la tuya.
Esta es la liberación de las mujeres vista desde el privilegiado confort de la clase
media alta: un mundo de escuelas de élite y universidades, acceso a los medios y tours de
conferencias coronadas por altas remuneraciones. Desapareció del análisis cualquier
evaluación real del mundo tal como es confrontado por millones de mujeres. Sin
embargo, muchas socialistas y feministas que no provienen de ambientes privilegiados
también han aceptado algunas de estas posturas y prefieren ver la liberación femenina
más relacionada con cambios en los estilos de vida y confianza en un mundo donde los
grandes cambios sociales parecen estar muy lejos.
Aquí la sexualidad se ha convertido en algo desgajado de la sociedad. La
revolución sexual no se relaciona entonces con una sociedad más igualitaria y más justa,
o con una transformación completa de las actitudes y los valores sociales. En realidad,
tiene que ver más con que las mujeres se están volviendo cada vez más parecidas a los
hombres, aceptando todas las desigualdades que existen en las relaciones sexuales, pero
esta vez asegurándose de estar arriba.
4Fire with Fire en el original. NdT.
Lindsey German: Nenas, Barbie y la batalla de los sexos, Crítica de Libros, en Razón y
Revolución nro. 2, primavera de 1996, reedición electrónica.

En las actitudes sexuales como en tantas otras vemos los límites de una liberación
femenina que no desafiará las desigualdades fundamentales de una sociedad cuya mayor
división es la de las clases.
Y, por supuesto, este tipo de poder feminista no puede enfrentar en forma real
ninguno de los ataques a los derechos de la mujer que, en los 80 y comienzos de los 90,
han venido desde sectores de derecha. En cambio, su respuesta la "reacción" evidente
contra los derechos de la mujer, es poner más mujeres en posiciones de poder.
Pero el revestir de poder a mujeres fuertes como única posible oposición a la
mirada retrógrada y a la reacción machista es interpretar equivocadamente tanto la
situación real de las mujeres hoy como cualquier estrategia de liberación. También lleva
a una sobreestimación de la reacción y, en consecuencia, a una tendencia a poner énfasis
en las soluciones individuales a la opresión de la mujer, actitud tan apreciada por las
posfeministas.
En Estados Unidos ha habido en los últimos años una ofensiva contra algunas de
las conquistas de la liberación femenina. El clima general que ha llevado a recortes en los
salarios reales, a masivos gastos públicos en nuevas prisiones y negado a millones de
personas todo beneficio social real, ha tenido su impacto en la posición de las mujeres.
Las madres solteras -especialmente las jóvenes mujeres negras- han sido convertidas en
chivos expiatorios, presentándolas como "las reinas del bienestar".
El artero ataque contra lo que se llamaba "políticamente correcto" y el
movimiento contra la acción afirmativa (discriminación positiva) reflejan los intentos de
los hombres blancos de clase media -a menudo bloqueados por mujeres profesionales que
sostienen que ellas pueden "hacerlo a su modo"- de volver atrás las muy limitadas
concesiones que negros y mujeres ganaron en los 60 y 70. En muchos casos de violación
recientes parece haber nuevamente dos víctimas igualmente sufrientes: la acusadora y el
acusado.
Pero no volvimos a los 50. Puede estar de moda llamar "nenas" a las mujeres y las
Barbies pueden ser tomadas como un sorprendente retroceso en cuanto a modelo de rol
para algunas mujeres. Pero no es esa la situación en que se encuentra la mayoría, ni es esa
la manera en que se ven a sí mismas. El comportamiento de los "nuevos varones" es
quizás uno de los rasgos menos sabrosos de los 90 (el viejo sexismo pasado de moda
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Revolución nro. 2, primavera de 1996, reedición electrónica.

disfrazado de ironía indiferente), pero no tuvo como resultado que las mujeres se vieran
empujadas dentro del hogar como los peores fanáticos quisieran.
Al contrario, las mujeres participan en el mercado de trabajo en un número sin
precedentes, constituyendo cerca de la mitad de la fuerza laboral en Gran Bretaña y más
de la mitad en EEUU. Ellas son las nuevas trabajadoras flexibles elogiadas en la prensa.
La tasa de desempleo para las mujeres en Gran Bretaña representa la mitad de la de los
hombres -mostrando que el capitalismo puede ser un sistema de explotación pero no
necesariamente en favor de los hombres.
Aunque los salarios femeninos son sustancialmente más bajos que los de los
hombres tomados globalmente, ha habido una reducción de la brecha en algunas áreas y,
para la capa de mujeres profesionales que ocupan cargos directivos, el incremento en los
ingresos ha sido francamente dramático.
En verdad, el crecimiento de ese estrato de mujeres ha sido uno de los desarrollos
más notables de los 80 y los 90. En 1991 en EEUU hubo 2.300.000 mujeres con ingresos
personales por encima de los $50.000 al año. Alrededor del 7% de las mujeres de
ascendencia hispánica, del 7,4% de las negras y del 11,9% de las blancas ocuparon
cargos ejecutivos o gerenciales. Mientras que a inicios de los 70 menos del 5% de los
cargos de jefatura de empresa estaba ocupado por mujeres, para la mitad de los ochenta,
trepó al 40%
El cambio de rol de las mujeres -en el trabajo, con acceso a nuevos cargos y a una
alta educación- ha alterado las actitudes sociales. Se aprecia más notablemente en lo que
respecta al aborto, donde una gran mayoría de mujeres favoreció el derecho de elección.
Aún el ala derecha de los republicanos es refractaria a iniciar un ataque frontal a los
derechos de aborto porque tienen miedo a que esta medida sea electoralmente impopular.
El "Contrato con América" con el cual los republicanos pelearon el año pasado en las
elecciones de mitad de período guardó un conspicuo silencio sobre el aborto.
Los intentos de volver atrás el reloj para las mujeres siempre encontraron viva
oposición a causa del cambio en su rol político. Aun las tan difamadas madres solteras se
han resistido a aceptar los ataques a las ayudas sociales sin lucha. Muchas mujeres no ven
por qué tienen que convivir con un tratamiento no igualitario, con comentarios sexistas o
haber tenido que elegir entre trabajar y tener hijos.
Lindsey German: Nenas, Barbie y la batalla de los sexos, Crítica de Libros, en Razón y
Revolución nro. 2, primavera de 1996, reedición electrónica.

Hasta las películas y programas de televisión reflejan este cambio. Ya sea
desagradable Disclousure o la vigorizante Thelma and Louise, las mujeres están mucho
más preparadas para ocupar el rol dado como seres independientes. Las condiciones
materiales en las cuales las mujeres se encuentran tienen un impacto incomparablemente
mayor que las posturas reaccionarias alrededor del hogar y la familia que los sectores de
derecha reiteran constantemente.
Pero lo que la "reacción" es capaz de hacer es crear un clima ideológico más
desfavorable. Los problemas de la mujer devienen de sus propias fallas. Si la carga de la
familia es tan grande, entonces hay solamente soluciones individuales. Si los gastos
sociales están en la mira, entonces a las mujeres no les queda más recurso que aceptar
mayores responsabilidades en el hogar tanto como salir a trabajar.
Por consiguiente, en los 90 se ha producido una extraña combinación de
aseveraciones de igualdad y un mayor igualitarismo para millones de mujeres,
acompañado con un giro a la derecha por quienes desde el gobierno, los medios y otras
posiciones de poder culpabilizan a las víctimas y ejercen más presión sobre los
individuos.
¿Qué es lo que realmente está pasando? A lo largo de los últimos veinte o treinta
años, mayores igualdades reales se han desarrollado para las mujeres -ya sea en salarios,
mayores posibilidades de empleo o reformas legales. A lo largo del mismo período se ha
logrado también una mayor aceptación general de la igualdad de las mujeres.
Pero ha habido un retroceso ideológico a lo largo de los diez o quince años. Este
ha sido frecuentemente apoyado por feministas de clase media y posfeministas que
agudamente muestran que ellas pueden tener éxito en el "mundo de los hombres". El
retroceso ha sido sólo parcialmente exitoso, pero ha tenido resonancia entre algunos
sectores de la izquierda. También se ha producido, a lo largo de los mismos diez o quince
años, un creciente ataque sobre los gastos sociales. Ataque contra todos nosotros, aunque
afecte a las mujeres en particular en algunas áreas.
Existen en la izquierda quienes apoyan la idea adoptar una actitud de agresividad
personal y sexual en el aquí y ahora -mientras que también sostienen la necesidad de ir
más lejos en la transformación de la sociedad. Pero hay una diferencia entre la
agresividad que se desarrolla desde la conciencia política y la lucha colectiva, y la
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Revolución nro. 2, primavera de 1996, reedición electrónica.

agresividad que se refiere simplemente a "ponerse adelante" de todos los demás. La
actitud individual pone una barrera entre los socialistas y la mayoría de las mujeres que
tienen la pequeña ilusión de que la mera agresividad pueda revertir el desastre que afecta
a nuestra sociedad. De hecho, puede obstaculizar la unidad de las mujeres de la clase
trabajadora con los hombres de la misma clase porque crea la impresión de que los
hombres individuales constituyen en realidad el problema.
Una teoría de la liberación femenina que esté basada en las divisiones de clase es
más esencial que nunca: la opresión es parte de un sistema que en su totalidad explota y
oprime a casi todos, que divide y gobierna sobre la base del sexo o la raza, que convierte
todo -incluso los seres humanos- en mercancías para ser compradas y vendidas.
Las posfeministas están mal equipadas para desarrollar o entender tal teoría. Sus
ideas representan a la delgada capa de mujeres profesionales y con cargos gerenciales a
quienes les ha ido tan bien en los 80 y que se ven mejor participando en la explotación
del resto de nosotros. O cuanto mucho, tratar de que el sistema funciones de una forma
ligeramente más humana.
Las aspiraciones de los parlamentarios laboristas en torno a la Lista de Emily -la
campaña para poner más mujeres en el parlamento- no enfrenta el estereotipo de la
opresión femenina, con sus trajes idénticos y pulcros cortes de pelo. Mejor dicho, imitan
a sus contrapartes masculinas de clase media y tienen una simple demanda: más empleo
para las chicas.
Más importante aun, no tienen forma de desafiar realmente a los que más se han
beneficiado a pesar de los avances que las mujeres han hecho en las pasadas décadas. El
capitalismo tiene una sorprendente habilidad para utilizar los cambios en la sociedad en
su propio beneficio, incluso si los capitalistas y sus defensores han hecho poco o nada por
producir esos cambios.
Los capitalistas están absolutamente felices de usar la mayor apertura sexual
donde una vez ellos aconsejaban represión -en la medida en que puedan hacer ganancias.
Cuanto más el sexo devino una mercancía, tanto más la mayoría de las cosas conectadas
con él -e incluso el acto sexual en sí mismo- se convirtieron en artículos para vender en el
mercado libre. De ahí, los Chippendales, los corpiños de encaje, Disclosure,
Cosmopolitan y la página tres de The Sun.
Lindsey German: Nenas, Barbie y la batalla de los sexos, Crítica de Libros, en Razón y
Revolución nro. 2, primavera de 1996, reedición electrónica.

Discutir abiertamente los temas sexuales y divulgarlos significa un gran paso
adelante. Esto hace muy dificultosa para la iglesia o los gobiernos reaccionarios la tarea
de poner un manto de oscuridad sobre la sexualidad y las relaciones sexuales, como hizo
la derecha en Portugal y España hasta la mitad de la década del setenta, o hasta incluso
más recientemente en Irlanda. Hace a la gente más consciente acerca de los aspectos
ligados al sexo y a la sexualidad. Hace a la sociedad más abierta.
Pero tratar al sexo -y a los cuerpos de las personas- como objetos para ser
comprados o vendidos no lleva, y no puede llevar, a la liberación sexual. Por esta razón
los socialistas tienen que ir más allá de los estereotipos sexuales y más allá de una simple
respuesta posfeminista a la cuestión. La mayoría de las socialistas feministas no quieren a
las posfeministas. Pero, porque también subrayan que los individuos varones son el
problema, son incapaces de desarrollar una estrategia para terminar con la opresión
femenina. Su principal respuesta durante los 80 fue unirse al Partido Laborista -no es
extraño que vean las soluciones individuales como la mejor forma de avanzar.
La respuesta a la opresión de las mujeres no consiste en echar una ojeada a los
Chippendales o levantarse un hombre diferente todas las noches. No importa lo agradable
o no que estas ocupaciones puedan ser, convertir a los hombres en objetos sexuales o
admirar sus penes -como Camila Paglia sostiene que hagamos- no niega ni elimina la
desigualdad que sufren las mujeres.
Una respuesta socialista para la liberación sexual debe ser tal que reconozco los
efectos idiotizantes y destructivos que la sociedad de clases tiene sobre las relaciones
sociales y sexuales, y que entienda que solamente una sociedad donde no haya
competencia, desigualdad o alienación puede producir una verdadera libertad sexual y la
liberación -no solamente para las mujeres sino para toda la humanidad.
Cuando enfatizamos la importancia del análisis clasista de la opresión de las
mujeres no tiene que ver solamente con nuestras críticas a las mujeres de clase media.
Tiene que ver con el desarrollo de una estrategia que pueda terminar con la sociedad de
clases y con todas las desigualdades -no solamente las de género y sexualidad- que ella
produce.

Fuente:
http://www.razonyrevolucion.org.ar/textos/revryr/genero/ryr2GermanNenas.pdf

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